Cuando Dilma Rousseff posó junto a Barack Obama para las fotos, en los sillones del salón Oval de la Casa Blanca, los presidentes no estaban sonrientes ni relajados . En el diálogo, a juzgar por las declaraciones de la Jefa de Estado, prevalecieron los temas económicos . El que más preocupa a Brasil es la presión de las economías centrales sobre las emergentes para lograr que abran sus mercados, al tiempo que arbitran “medidas proteccionistas” .

Dilma sostuvo que “es imprescindible” impedir que “nos afecten las medidas proteccionistas vinculadas al cambio”. Se refería, específicamente a la devaluación del dólar frente al real y otras divisas de países emergentes. La presidenta brasileña dijo que en la conversación con su anfitrión en Washington, ella pidió que el tema sea de máxima prioridad en la sexta Cumbre de las Américas que se realizará en Cartagena de Indias este fin de semana. “En esa cumbre presidencial pretendemos discutir una vez más cómo la integración beneficia a América Latina y cómo el crecimiento económico de nuestros países sólo ocurrirá si hacemos una política volcada a fortalecer nuestros mercados internos”. Rousseff insistió en que el crecimiento económico regional sólo podrá ocurrir en base a incluir en el consumo a las capas más pobres de la población .

Hubo un reconocimiento brasileño del papel de los Bancos Centrales “en impedir una crisis de liquidez de grande proporciones”. Pero al mismo tiempo subrayó que la “expansión monetaria” derivada de esa estrategia de los países centrales llevó a la devaluación de las monedas fuertes (dólar y euro) por cuenta de que no fue acompañada “por políticas de superávit fiscales para compensarlas”. En su enfoque, las consecuencias de devaluación del dólar y el euro “ están comprometiendo el crecimiento de las naciones emergentes ”. Dilma sostuvo que ella “cree en el papel de los Estados Unidos en esta coyuntura y en este mundo multilateral que viene surgiendo y que es trascendente”.

Ante indagaciones de la prensa sobre qué pensaba Obama de las preocupaciones brasileñas, el portavoz de la Casa Blanca Jay Carney no quiso hacer comentarios. De hecho, por boca de Obama solo se supo de las excelentes relaciones entre ambos países. El presidente norteamericano se refirió a “la suerte de tener como socia a la presidenta Dilma Rousseff” . La declaración conjunta, luego de una hora y media de conversaciones, no dio lugar a preguntas por parte de los periodistas que aguardaban las conclusiones del encuentro, el tercero entre ambos jefes de Estado desde que Dilma asumió la presidencia el 1º de enero de 2011. Obama elogió el progreso verificado en Brasil, que comenzó con el ex presidente Lula y continuó con la actual gobernante. Admitió, también, que a su país le interesa que Brasil “sea un gran” proveedor de energía, especialmente petróleo y gas . “Esperamos cooperar en una amplia gama de proyectos energéticos” declaró.

Según Dilma, hubo un gran crecimiento en el intercambio comercial entre Brasil y Estados Unidos. Ambos países, evaluó la mandataria, “han estrechado sus relaciones comerciales y han promovido las inversiones reciproca, al punto que las inversiones de brasileños en EE.UU. equivalen ya a 40% de las inversiones de empresas norteamericanas en Brasil. La presidenta convidó a Obama a participar de la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible que se realizará en Río de Janeiro en junio. “Tengo la convicción que la cooperación con EE.UU. es muy importante para nuestro país; como también para un desarrollo del siglo XXI que implique crecimiento con inclusión social y preservación del medio ambiente”. En ese contexto se refirió al encuentro de la Alianza para un Gobierno Abierto, que se realizará el 17 de este mes en Brasilia y donde participará Hillary Clinton. Esa conferencia apunta al combate a la corrupción y a promover la transparencia y la inclusión social.